domingo, 3 de febrero de 2013

Primera incursión en el off-road



Hoy tenía ganas de moto y el tiempo no pintaba bien, pero salí preparado para lo que pasase. Apenas 10 minutos más tarde, empezó a llover con poca intensidad por la carretera hacia El Teide. Tuve que parar en una gasolinera a los pocos minutos para ponerme la ropa de agua, ya empezaba a calar en el traje. Según subía, más lluvia y la carretera encharcada, así surante 26 km y de repente, cosas de la meteorología de la isla, se despejó el cielo, sol a raudales, carretera seca y temperatura primaveral, unos 18-19 grados. Hago una pausa en El Portillo, cruce de las carreteras dorsales de la isla y tomo un tentempié mientras cogía algo de sol y me secaba de la mojada anterior. Observaba las motos llegar, es un lugar de parada de motos casi obligada.
Me pongo en ruta de nuevo y regreso por donde venía unos pocos km para luego desviarme hacia lo que sería mi primera incursión en el off-road, (entiéndase siempre como lo más trail que se puede entender por trail). Tomo la pista denominada Corral del niño. Son 15 km hasta la llegada a la carretera que lleva a La Orotava, la otra carretera dorsal que se cruza en El Portillo. Al principio la pista es de tierra blanda y terreno volcánico, estoy sobre 2000 mts de altitud y casi al pie del pico Teide. A los pocos km la pista se torna pedregosa y entré en el bosque de pinos, voy bajando continuamente y empieza a lloviznar, debía estar a la misma altura alcanzada por la carretera ascendente a El Portillo por la que me mojé al principio. La pista empieza a estar rota y con mucha piedra y mezcla de pinocha. Máximo cuidado para no patinar y algo de tensión para pasar así unos km. Llueve más y empieza la niebla, tengo que abrir la pantalla del casco porque no veo ni torta y así es incómodo circular porque te llega el agua a la cara y menos mal que frío, lo que se dice frío, no hacía, pero tampoco estamos en verano, así que abrigado había que ir. Llego a la carretera y tomo unas fotos a la moto con las huellas de la tierra, es su primera vez, ja, ja, ja. Bueno, ciertamente alguna incursión en pista había hecho pero sin pasar de unos cientos de metros.
Bajo hasta La Orotava sin dejar de llover y la carretera con mucha agua, precaución total y confianza en los Michelín Anakee, que no me dieron ningún susto, vamos, ni atisbo de problemas, para mi, unas ruedas fantásticas.
Luego deja de llover, parada “técnica” en una gasolinera para tomar algo en la cafetería y lavar la moto, necesito tenerla en condiciones porque la uso para ir a trabajar también.
Ya por autopista, empieza a llover de nuevo hasta mi casa.
Ha sido una ruta de pocas horas, pero intensa en la que me lo pasé muy bien, maté el “mono” de moto que tenía y adquirí nuevas experiencias como la de circular por tierra. Creo que lo haré de nuevo, pero llevaré la moto más ligera y organizando ruta con más previsión de tiempo porque sin duda una gran diferencia a circular por asfalto es que no pasas de segunda y apenas llegué en alguna ocasión a los  30 km/h, con lo que tienes que tener tiempo para hacer una ruta larga.
La moto se comportó de fábula. En principio y como prueba off-road, llevaba las mismas presiones que por asfalto y tampoco toqué la precarga del amortiguador. Llevaba como se ve en las fotos, las maletas de aluminio y fue un buen test para ellas, aguantaron las vibraciones sin problemas y demostraron ser estancas al polvo y al agua de la lluvia y posteriormente a la del chorro a presión del lavado.
Algunas fotos.